Plantar, regar, arrancar… estas son solo 3 de las muchas actividades que hacen las personas que padecen autismo en un Jardín de los Sentidos.
Estos jardines se han ido multiplicando en América y en Europa; por ejemplo, en Anger, el Institut d’éducation Motrice inauguró en septiembre de 2013 su primer jardín sensorial.
Los servicios que antes recibían los niños en oficinas, usando materiales artificiales, se sustituyen ahora por el contacto directo con la naturaleza.